LAS HORMIGAS Y EL TIEMPO LIBRE

Con la llegada de las golondrinas, la primavera parecía fuera de duda, de modo que salimos a disfrutar del sábado por las Bardenas. Sobre la marcha, traté de localizar algún hormiguero de los muchos que abundan por la zona, para observar in situ el comportamiento de las hormigas durante el fin de semana..

Tras insistentes pesquisas, comprobé con extrañeza que en todo el trayecto no se apreciaba señal alguna de movimiento, como si de común acuerdo todas las hormigas se hubieran retirado al interior de sus refugios por descanso semanal, o por estrictas previsiones meteorológicas (los días de viento no salen a trabajar), hubieran acordado librar durante la jornada.

.Pero no era el caso; el viento no era excesivo, y de momento lucía el sol. Por los aledaños de los hormigueros sólo circulaba alguna que otra hormiga solitaria, encargada de vigilar los accesos del hormiguero, o dar la alarma caso de aparecer enemigos o espías de otros hormigueros.

.Cuenta el entomólogo Cesare Baroni que las hormigas, pese a su fama de laboriosas, no hacen nada el setenta por ciento de su tiempo; no sabemos si duermen, pero es un hecho que pasan el tiempo sin hacer nada; al menos nada que podamos reconocer.

Conviene subrayar en honor a la verdad, que algunas especies de hormigas mueren literalmente de estrés, ya que el treinta por ciento de la actividad que realizan, generalmente en busca de alimento, lo llevan a cabo tan frenéticamente que acaba con ellas. Su vida es tan breve que no superan los treinta o cuarenta días. No evolucionan apenas, pero son muchas; los científicos calculan en 20.000 las especies existentes y su número, por decirlo de algún modo, 10 elevado a la 17 potencia.

.Observando los hormigueros cerrados a cal y canto, cabe preguntarse qué harán las hormigas durante su tiempo libre. Si como señalan algunos bioquímicos, sólo en la oscuridad se producen los cambios de melanina en serotonina que facilitan el paso del cerebro humano a estados superiores de conciencia, ¿será que en las tinieblas interiores del hormiguero logran sus moradoras mayor conocimiento de sí mismas, superior grado de convivencia y laxitud que al aire libre?.

¡Es alarmante nuestra ignorancia! A título de curiosidad les diré que Google ofrece 277.000 páginas de bibliografía sobre las hormigas.

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NO NECESITO MÁS INFORMACIÓN QUE…

No necesito más información que las rosas. Las  noticias que circulan por el entorno de los rosales se  reducen al rocío matinal, la brisa vespertina y el ocasional beso de alguna mariposa. Con tan reducido caudal informativo la rosa puede interpretar el presente, (tiempo hábil para completar su biografía), definir su identidad, afinar sus opiniones, elaborar y difundir su aroma, y sobrevivir toda la primavera, sin traumas propios de insidiosas habladurías ni alarmantes previsiones de endiosados Meteo Stars.

 

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LA EXPRESIÓN: UNA LUCHA SIN TREGUA POR ENCONTRARSE A SÍ MISMO

Cuentan las crónicas que Lawrence George Durrell (autor británico, frecuentemente insultado por no ser suficientemente británico) se dolía de la escasa repercusión académica que alcanzaban su producción literaria.

.Lawrence Durrel (pese a que El cuarteto de Alejandría le convirtió, según la crítica, en un clásico de nuestro tiempo, y provocó entusiastascomparaciones del autor con Proust y Faulkner), experimentó crudamente en su persona la actividad de los mediocres, función que consistió en eludirlo, en relegarlo al silencio, a la no existencia, incluso a la humillación, pues al ponerse en subasta en Sotheby’s su archivo, nadie pujó por él. Las grandes instituciones lo ignoraron.

.“Escuche, Durrell –le aconsejaba su amigo Henry Miller-: no se desespere todavía. Si usted puede aguantar, y me imagino que puede, escriba solo lo que le gusta. No se puede hacer otra cosa, a menos que quiera hacerse famoso. De todos modos, se le cagarán encima, así que diga todo lo que tiene que decir. El compromiso es fútil e insatisfactorio. Siempre tendrá un centenar de lectores y, si estos están dotados de gusto y discernimiento, ¿qué más puede pedir? Aun cuando usted elija ser absolutamente honesto, es difícil. La expresión parece una cosa tan fácil, un don divino, y sin embargo, tampoco es eso. Es una lucha sin tregua por encontrarse a sí mismo. Piense en Cezanne, Van Gogh, Dostoievski, Ticiano…

.El caso de Guillermo Cabrera Infante, Premio Cervantes 1997, no fue menos clamoroso: ni siquiera consta su nombre en las antologías literarias de su país, Cuba. Decía él que se sentía como un escritor fantasma. La técnica, añadía, consiste en el silencio. El silencio es más fuerte que la palabra. Más eficaz que la descalificación verbal.

.En cuanto a Miguel de Cervantes, el itinerario de fracasos que acompañaron a don Quijote es un claro reflejo de los que rodearon al escritor, quien sólo conoció los sinsabores de la pobreza y las zozobras ante el poder, haciendo al personaje una contrafigura literaria del autor. En este sentido, podemos considerar el Quijote como un testamento de su creador, que volcó en él toda su experiencia vital. Para Unamuno no fue Cervantes quien inventó a don Quijote sino don Quijote quien inventó a Miguel de Cervantes.

.La lucha sin tregua por encontrarse a sí mismo de que hablaba Miller, nadie como Cervantes supo ponerla en práctica. Entró en el alma de sus protagonistas, comunicándoles su filosofía de la vida, su talante y modo de ser, su grandeza de sentimientos, su ética. Tan completa y universal fue la creación de su pareja central que los hombres de todas las épocas y latitudes de la tierra se reconocen en ellos.

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A ESCASOS CENTÍMETROS DEL PRECIPICIO

Al atravesar la zona del puerto, ya de noche, tras los automóviles aparcados en batería a la orilla del muelle, surgió de pronto una silla de ruedas a motor conducida por un muchacho de imprecisa edad. Una silla de ruedas a esa hora y en ese lugar resultaba extraño. ¿Cómo es posible, pensé, que un inválido circule a estas horas por el borde del agua, enfilando su artefacto, precisamente en dirección al precipicio? .

Aunque el joven impedido manejaba su vehículo con absoluto dominio, verlo rodar por tan estrecha franja, despertó mi inquietud. Avanzó ligero en sentido inverso a mis pasos, y al instante, con la precisión de una gaviota, como si su silla dispusiera de un servofreno última generación, paró en seco justo en el límite del dique, clavando literalmente su silla mecánica a escasos centímetros del vacío.

. No pude evitar, con el escalofrío que provoca una premonición espantosa, la sombría sospecha de que el joven trataba de estrellarse, amarrado a su silla, sobre la arboladura de mástiles y velas de las embarcaciones estacionada en el atracadero. Por fortuna no fue así. Los compañeros que lo seguían, corrieron a su encuentro, presa de angustia colectiva, censurando su inexplicable imprudencia..

¿Por qué lo haría? ¿inconsciencia, temeridad, depresión? En cualquier caso, el que estuvo a punto de protagonizar una tragedia, seguía conduciendo su silla..

Recordé la tesis de la centenaria Rita Levi-Montalcini, Nobel de Fisiología y Medicina: “La culpa de las grandes desdichas de la humanidad la tiene el hemisferio derecho del cerebro. Todas las tragedias se apoyan siempre en ese hemisferio que desconfía del diferente. El cerebro límbico, el hemisferio derecho, no ha tenido un desarrollo somático ni funcional. Y, desgraciadamente, todavía hoy predomina sobre el otro. Todo lo que pasa en las grandes tragedias se debe al hecho de que este cerebro arcaico domina al de la verdadera razón.”

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Volví a casa preguntándome cómo lograr día a día que el instinto no prevalezca sobre la inteligencia. Y repasando el ideario de la italiana Levi-Montalcini, descubrí una fórmula, según ella infalible:

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.“El secreto está en ser feliz por estar vivo y poder ayudar a los demás”. 

 

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LAS DUDAS DE SONIA

El escritor noruego, Jostein Guarder, autor de El mundo de Sofía,sostiene que los niños de tres años plantean preguntas que los adultos no sabemos contestar, y que a los cinco meditan sobre los mismos enigmas que un anciano.

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La pequeña Sonia, de tres años y medio, que vino a visitarnos con sus padres el fin de semana, nos sorprendió en la sobremesa con un pequeño crucifijo que ella, en sus pesquisas por la casa, encontró en el fondo de un armario.

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Sonia apareció dichosa con su hallazgo, como quien acaba de descubrir algo interesante; y sin preámbulo alguno, preguntó:

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-¿Por qué está muerto, si él es Jesús?

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-Porque le mataron –respondió alguien, sin ánimo de entrar en mayores discursos.

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-¿Por qué le mataron? –insistió la niña..

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 -Le tenían manía… –opina su padre.

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-¿Por qué? –añadió asombrada.

-Porque era el mejor –concluyó su madre.

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Nos miramos unos a otros sin saber cómo cerrar el tema. Guardó silencio la niña y añadió:

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-¿Y por qué lo mataron? ¿Qué, alguna pelea?

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NUNCA LO CONTÉ, PERO TAL DÍA COMO HOY…

En algunos países de Asia como Laos, quienes recuperan la salud tras grave enfermedad, pueden cambiar de nombre para dar a entender que inician una nueva vida, y mostrar su satisfacción de volver a nacer.

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En los países de occidente no existe esa costumbre; quizá somos menos reflexivos y razonables. Aunque no faltan ocasiones en las que -enfermedades aparte- se nos brindan oportunidades de cambiar de identidad.

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Nunca lo conté, pero tal día como hoy, brillaba el sol primaveral sobre un campo florecido, cuando circulando a media tarde por un trazado tortuoso, me venció el sueño. Mi cabezada (dos segundos durante los cuales mi automóvil se desvió al carril de la izquierda), ocurrió en uno de los breves tramos en línea recta de la zona. La fracción de tiempo fue suficiente para consumar una tragedia, dada la afluencia habitual del tráfico. Afortunadamente, no venía nadie de frente, y desperté en el acto. ¿Desperté yo o fue la activa mente de mi mujer quien intervino desde casa?

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La cuestión es que esa tarde volví a nacer. Debería haberme cambiado el nombre y empezado a contar el tiempo a partir de aquel día, aprovechando coyuntura tan excepcional para iniciar una vida distinta, un nuevo estilo de comportamiento y rendimiento, de gratitud y alegría ante una existencia que se prorrogaba por las buenas…

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Uno, que ha conocido vecinos, compañeros y amigos que han perdido la vida en circunstancias parecidas, pensó convocar al vecindario a una fiesta familiar para decirles: ¡Brindad conmigo porque estoy vivo! Pero renunció a ello, no fuera que alguno dijera: ¡Está asustado, ha vuelto majareta!

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CURIOSIDADES DE ULTRATUMBA

Hojeando las páginas de un periódicos atrasado topé con una información necrológica que rozaba el esperpento. Colgada en lugar destacado del obituario, figuraba la esquela de un prócer de avanzada edad, en la que se informaba sobre su muerte en estos términos:

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El Excmo. Sr. N. N. Periodista de Honor, Académico de la Real Academia de la Historia, Numerario de la Academia de Cultura y de la Sociedad de Estudios E., Comendador de la Orden del Mérito Civil, Palmas Académicas del Ministerio de Educación de Francia, Catedrático de Enseñanza Media, Supernumerario de la Real Sociedad de Amigos del País, Ex archivero de la Excelentísima Diputación, Ex director de El Diario local, y Socio de Honor de la Asociación Cultural AKA, falleció ayer. El funeral tendrá lugar…

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Sorprendente ¿no? ¿Dejaría el difunto preparada su necrológica tal cual, o la idea partió de la familia? No parece probable que alguien distinto del interesado llevara tan puntual recuento de sus méritos y condecoraciones. En cualquier caso, la esquela es un dechado de inútil vanidad. ¿Necesitaba el malogrado acreditar su estatus desde el más allá? ¿A quién podía conmover con la hojarasca de su grandeza póstuma?

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Ante esa orla pegada en torno al nombre de un difunto, cabe preguntarse ¿qué esfuerzos habría realizado para coleccionar tanta excelencia? ¿qué trabajos y palabras, favores y renuncias, gestos y sonrisas, genuflexiones o vilezas harían de sherpas en su escalada hacia la fama?

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Supongo, que de poder rectificar, el finado haría un manojo con su currículo dorado y lo ocultaría bajo sus restos, no fueran a sorprenderlo al recalar en la otra orilla, con aquello de la Vulgata: “Perversi dificile corriguntur et stultorum infinitus est númerus”.

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